Estaba yo en mi colegio, y había una cosa llena de llaveros, y yo tomaba un llavero y comenzaba a mirarlo.
Empezaron a llegar niños del curso del chico que me gusta y cada uno tomó un llavero; hasta que el único llavero que quedó era el que yo tenía en la mano. Y la única persona que no había idoa buscar su llavero era el chico que me gusta. Me entró el pánico y le pasé el llavero a alguien más y me fui a la sala.
En la sala me senté y llegó un compañero, que me dijo que, efectivamente, el llavero que tenía en la mano era el llavero del chico que me gusta. Tenía un block de notas en la mano y me entregó un papel, diciendo que me haría feliz.
El papel era un exámen de inglés del chico que me gusta. Lo había reprobado (un 3,4; en el sist. de notas Chileno), y en uno de los ejercicios el puntaje era de 0,0004. Tenía mala caligrafía, y ví su nombre escrito en la prueba.
Después de eso, entré a otra sala, donde había un esquinero lleno de agua, con gatos dentro, y uno de esos gatos, el más oscuro, era el chico que me gusta transformado en gato. Los demás gatos sentían desagrado hacia al gato más oscuro.
Llegó el mismo compañero que me había entregado el exámen de inglés, junto con otra compañera, y se pusieron a hablar con el gato más oscuro. El gato mencionó la palabra "nórdico".
Mi compañero que sabe mucho respecto a geografía, historia y ciencias sociales, preguntó, extrañamente, qué significaba nórdico.
Entonces yo me uní a la conversación explicando que significaba nórdico. Mientras hablaba con el gato y mis dos compañeros, llegó mi mamá y comenzó a peñiscarme; hasta que le expresé mi molestia y se fué.
Llegó alguien buscando a mi compañera, le dió un helado y los dos se fueron. El compañero que quedaba de repente desapareció, dejándome sola a mí y al esquinero con el agua y los gatos.
El gato que era el chico que me gusta, el más oscuro, empezó a ahogarse y los demás gatos comenzaron a golpearlo.
Abrí entonces el esquinero, pero el agua no cayó, y saqué al gato y lo dejé en el suelo.
El gato se hizo más gordo, asemejándose a un gato que tengo en la vida real. De improviso me percaté de que había sido yo quien había transformado al chico que me gusta en gato y que era yo quien debía destransformarlo.
Saqué entonces una varita, y pronuncié el hechizo, pero nada pasó.
Me dije que debía haber un pago por ello y algo me dijo que debía ser de 5.000 pesos chilenos. Saqué un billete de mi bolsillo, pero era de 5 pesos argentinos.
Así que tuve que transformarlo en uno de 5.000 pesos chilenos, y volví a intentarlo, pero no funcionó. Pasó entonces que debía que buscar la poción que lo transformaba otra vez. Así que busqué los ingredientes en un libro y cuando los hallé, pronuncié el hechizo y el gato volvió a ser el chico que me gusta, pero no pude ver su rostro.