Estaba en el funeral de mi madre que murió el 27 de enero del 2008. Pero en una iglesia desconocida en la cual estaban haciendo obras de restauración. El cuerpo estaba en una urna de cristal, y ella reposaba en un cojin blanco, pero llevaba puesto un vestido gris, en vez del verde con que la enterramos. Al terminar el funeral, nos acercamos a ella para darle un beso de despedida, y vi como se deslizaba hacia un lado. Al decir asustado - "que se cae" -, la agarré del vestido y de golpe se levantó gritando - QUE NO ME CAIGO, QUE ESTOY DESPIERTA -. Todo el mundo desapareció de golpe y la ayudé a levantar. Caminando hacia un vallado metalico de seguridad, donde se avalanzó sobre el porque vió a unos antiguos vecinos que habían venido al funeral. La acompañé a caminar para dar una vuelta a toda la iglesia, viendo en el altar a un indigente hablando solo. Al llegar al lugar de donde estaba anteriormente, hice que que estirase, poniéndole el cojin anteriormente nombrado en la cabeza y la tapé con una manta que recuerdo que tuvimos durante muchos años en mi casa, de cuando era un crío. Detrás nuestro había una señora de unos 60 años muy delgada que resultó ser una monja de la iglesia, en chandal y saltando a la comba. Nos preguntó si necesitábamos alguna cosa, y le respondí que sólo quería descansar, y besar a mi madre, cosa que hice en todo momento. Al despertar yo mismo me dije que me podía volver a dormir feliz y tranquilo.