Había viajado a través del tiempo, a la era de los reyes y reinas, cuando llegué era de noche en aquel lugar, era muy bonito, grande, lleno de árboles y casas hermosas. Estaba perdida y no sabía hacia dónde ir, caminé entre las calles para ver si encontraba a alguien que me guiara o me sugiriera de algún lugar en el qué quedarme, sin embargo no hallaba nada y decidí infiltrarme en una casa "abandonada", que realmente no era esa típica casa abandonada desgarrada y fea, era algo grande y bastante ordenada.

Posteriormente, intenté dormir, pero no podía concentrarme. debido a que estaba en un lugar desconocido y no sabía lo que podría pasar.
Cuando por fin me estaba quedando dormida, escuché caer un objeto, después alguien encendió una de las luces, rápidamente me puse de pie y me escondí debajo de la cama. La persona caminó y asomó por el espacio de la puerta lentamente , como si se hubiese dado cuenta de que alguien se encontraba dentro de la casa, pronto los nervios me carcomían, no podía más. Cuando no pude controlarme más, intenté huir, pero, antes de que pudiese saltar de la ventana jaló el cuello de mi camisa y me zampé contra el suelo. Por supuesto, como siempre, me interrogó y tuve que decir todo, también él me contó acerca de su identidad, se trataba de un vizconde, por suerte confió en mí, al principio dudó poco en dejarme ir así nada más, pero para saldar cuentas, dijo que debía pagarle el susto. Para poder pagarle , debía trabajar para él, solo consistía en hacer toldo lo que él me pidiese , parecía que me odiaba un poco. Como estaba algo oscuro no podía ver su cara aún, me dejó dormir en la casa, él iba a regresar a donde vivía. Para ese momento, la buena noticia era que ya tenía en dónde quedarme, pero la mala era que me había dejado encerrada, me di cuenta al intentar salir a pasear un rato ya no podía dormir.
Al día siguiente, cuando desperté, noté que la casa era muy linda por dentro, el vizconde se encontraba en el comedor con el desayuno listo , ahora lucía relajado, mientras desayunaba lo observé furtivamente, tenía una piel muy blanca, parecía ser muy suave, tenía esos ojos grisáceos que reflejaban seriedad y su pelo era de un castaño rojizo. Durante el día me llevó con él a todos lados, conocí a mucha gente e incluso a la reina, le contó todo lo que había pasado, la razón por la cual estaba yo ahí.
Sentía que estaba invadiendo la privacidad del vizconde, y me sentía extraña ,porque imaginar, yo era una extraña y ya hasta había conocido a la familia real , era demasiado para mí, entonces, decidí decirle que tal vez ya era hora de irme, que iba a terminar de pagarle cuando regresara (sabiendo que era muy probable que no pudiese regresar jamás), el vizconde al principio me dijo que si quería irme, adelante, que no le importaba, por alguna extraña razón su voz sonaba como si estuviese molesto, le agradecí por toda su hospitalidad. Durante el tiempo que residí en casa del vizconde, me había dado mucha ropa y desempaqué las cosas para devolvérselas. Justo en el momento de abrir la puerta, el vizconde me detuvo, dijo que quería llevarme a un lugar por último, como sonaba muy serio acepté la última salida.

El Sol apenas comenzaba a esconderse, me llevó a unas colinas, a otra casa. Permanecía muy callado los primeros minutos en cuanto llegamos, pero después.... pidió un último favor, que le trajera un cofre que se encontraba en medio de un bosque colina abajo, porque él no podía cruzar, el bosque estaba encantado, y jamás le había contado a nadie acerca de ello, simplemente acepté, esa última petición parecía muy fácil, sin embargo ya estaba casi oscuro, y comenzaba a aterrarme un poco el bosque.
Mientras caminaba por e bosque un animal trató de atacarme, pero el vizconde llegó a tiempo para salvarme, aunque por entrar al bosque, el vizconde casi muere, todos los animales intentaban atacarlo debido a la maldición. Le dije que regresara a la casa, que iba a terminar con mi deber, pero el vizconde me impidió dar un paso más sosteniéndome del brazo, y me llevó por la fuerza de regreso.

Al llegar me contó que dentro del cofre había un collar que quería darme, le pertenecía al su mamá, quien había muerto en una catástrofe cuando él era un niño de tan solo 10 años. Luego de lo ocurrido, me agradeció por todo formalmente, y dijo que esperaría por mi regreso, el ambiente era el de una escena de confesión, lo cual dio lugar a eso mismo, una confesión, el vizconde se arrodilló, tomó mi mano y la besó delicadamente, por último me miró con una sonrisa en la cara y al ponerse de pie, recibí un gran abrazo.
Todo había acabado...