Me encontraba creo que de vacaciones junto a mi mamá. Estábamos en Venecia, con cielo despejado, muy lindo. Como en un muelle de ladrillo amarillo, elegante. El agua cristalina nos llegaba hasta media pantorrilla. Pájaros adiestrados apilaban frutas, reconocí el tomate.
Lo que sucede, es que al apuntar al cielo mientras veíamos las aves, de un momento a otro desperté muchas horas después, ya de noche y con hielo en mis pestañas. Me había congelado, estaba nevando. Y mi mamá se encontraba al lado mío también congelada e inconsciente. Tenía los labios morados. Me dolían las articulaciones y me costaba moverme.
Con pánico tomé a mi mamá, le quite el hielo del rostro y la arrastré con dificultad hacia una casa que había cerca. Se veía pequeña desde afuera, era una casa vieja de ladrillo pintado color blanco y con una reja negra. Con una ancha escalera caracol color marrón al costado. En la ventana había un letrero sobre mandar a hacer muebles pero desgarrado, como que habían intentado quitarlo a arañazos, era ilegible lo que decía porque habían rasgado la superficie del papel, y con ello las letras.
Pedí ayuda a gritos, no podía hablar del dolor y el espanto, la única palabra que podía salir de mi boca era "Ayúdenme". Finalmente una señora amable nos atendió, la casa me parecía muy cálida, con un piso de cerámica brillante color naranja. Me daba la vibra de que estaba la familia de la señora presente. Finalmente mi mamá despertó.
Luego soñé 2 veces más que despertaba e iba a buscar a mi mamá para contarle mi sueño.